Heavenly bodies en el MET: una exhibición con aires de grandeza

Por Jen

Nuestra primera exhibición del Instituto del Vestuario en el Museo Metropolitano de Moda, en Nueva York, fue hace dos años. Todavía recuerdo como se nos iluminaron los ojos cuando pudimos entrar al museo y presenciar la exhibición Manus x Machina de 2016. Por cuestiones logísticas (me mudé a Nueva York cuando ya había cerrado) y no pude ver la exhibición de 2017, así que cuando llegó la inauguración de Heavenly Bodies no podía esperar para ir.

¿Por qué les cuento toda esta historia que a algunos les puede parecer boba? Porque mi visita al museo para ver la exhibición sobre el imaginario de la moda en la religión católica me hizo comprender que ha pasado mucho tiempo, y que las cosas cambian de perspectiva gracias al conocimiento.

Heavenly Bodies va hasta el 8 de octubre en el MET
Melissa y yo ya completamos un año de nuestro máster en Estudios de Moda (Fashion Studies), una disciplina que nos ha ayudado a comprender las raíces de la teoría de moda y cómo todas esas teorías se relacionan con las cosas que nos podemos y que otros se ponen todos los días. Y todo esto, sin duda, ha afectado la forma como vemos la moda... incluida la forma como vemos el montaje de exhibiciones como Heavenly Bodies, una exposición que tiene todo el respaldo de la industria pero que, mirada con lupa, nos dejó una impresión de que es más su aire de grandeza que su magnitud en realidad.

La exhibición, curada por Andrew Bolton, muestra como la fe católica bajo la que fueron criados muchos de los diseñadores de nuestros días ha influenciado la moda. Según explica el brochure, Heavenly Bodies "se desenvuelve como una serie de historias cortas contadas a través de conversaciones entre piezas de arte religioso de la colección del MET y ropa de colecciones de los siglos XX y XXI". Y en efecto, entrar es como estar en medio de una película sobre la religión católica, como el Código Da Vinci con vestidos de Dior.

Vestido de novia de Christian Lacroix Alta Costura 2009

El color hizo presencias esporádicas en
la exhibición, como con esta pieza de Valentino
Justo en la entrada del ala principal de la exhibición (dividida en tres alas del museo, una de ellas los MET cloisters, al norte de Manhattan), están dispuestos unos altísimos pilares con vestidos de la colecciñon otoño-invierno 2013 de Dolce & Gabanna, con trabajos de bordados y pedrería que recuerdan las pinturas católicas del siglo XVIII. A partir de ahí, la fuerte música eclesástica absorbe la atención de los asistentes y los guía por varios salones en los que podemos encontrar desde piezas de joyería hasta imponentes vestidos, pasando por unos donde la interpretación católica es más sutil.

Dolce & Gabbana en un lugar privilegiado de la exhibición

Uno de los patrocinadores de la exhibición fue la casa Versace, por lo que es lógico que muchas de las piezas sean de la firma italiana, entre ellas las del desfile de Alta Costura 1997 que Gianni Versace presentó solo unos días antes de su asesinato (y de las que les contamos cómo replicaron en nuestro post sobre 'The Assasination of Gianni Versace'). Asimismo, podemos encontrar numerosas piezas de de Dior, de la época en que la casa francesa estaba bajo la dirección de John Galiano; Cristian Lacroix, Yves Saint Laurent, Valentino y otras menos resonantes entre el público como Thom Browne (que es, casualmente, la pareja de Andrew Bolton, curador del Costume Institute) y Sorelle Fontana.

Los vestidos que Versace le negó a la serie de ACS están aquí

Siendo la iglesia católica una institución que relaciona la cualidad celestial con la opulencia de los miembros del clérigo y, por supuesto, de sus deidades, no es sorpresa que la mayoría de las piezas de este proyecto sean de colecciones de alta costura, donde el trabajo de pedrería, los bordados a mano, las grandes mangas y los volúmenes en general sean recursos recurrentes.

Madonna, de John Galliano para Dior, alta costura 2005

John Galliano para Dior, alta costura OI 2000

Vestuario diseñado por Yves Saint Laurent para
la Virgen del Rocío, de la Catedral de Notre Dame

Pechera de Chanel
A grandes rasgos, es correcto decir que Heavenly Bodies es una exposición llena de brillo y solemnidad, pero además de grandes dimensiones por la cantidad de piezas que tiene. Sin embargo, el 'tamaño' de la exhibición tiene que ver más con la forma como el proyecto fue dispuesto, y además podría considerarse una de sus debilidades. Al estar dispuesta en cuatro lugares diferentes del museo, se hace un poco difícil de seguir. La primera parte, ubicada en una de las alas principales, es la más grande y además la que cumple con esa premisa de contar una historia conectada a través de piezas de arte religioso del museo. Al atravesar algunos corredores, es posible ver no solo ropa, sino también apreciar accesorios inspirados en el catolicismo (con muchas cruces incluidas).

Prendedores y dijes de Chanel

Chaqueta de Versace
Gaultier inspirado en Juana de Arco
Sin embargo, la segunda y tercera parte de la exposición (de hecho, las más interesantes), están en alas muy distintas. Una de ellas es el mismísimo Costume Institute. que está en la parte baja del museo, y que tiene los atuendos que el Vaticano prestó para la ocasión, verdaderas obras de arte llenas de bordados en oro, telas pintadas a mano y accesorios con piedras preciosas (entre ellos los bastones y sombreros ceremoniales de algunos Papas) que lastimosamente no pueden fotografiarse y por eso no podemos mostrarles aquí. La otra parte de Heavenly Bodies está aun más lejos, en los Cloisters, una parte del museo ubicada más al norte de Manhattan y que mucha gente no visita porque no cuenta con el tiempo para hacerlo. ¿Resultado? Perderse una visión completa de la exhibición.




Son un total de 25 galerías y dos locaciones del museo las que toma este proyecto, el más grande del MET hasta el momento. Sin embargo, Heavenly Bodies logra ser gigante, pero no diversa. Más allá de nombres populares como Galiano, YSL, Lacroix y, por supuesto, Versace, no hay realmente una exploración en lo que a participantes se refieren. Muchos critican, por ejemplo, la presencia de Thom Browne por su afiliación con Andrew Bolton y la falta de nombres realmente nuevos. Todo el proyecto se siente oficial y, tristemente, mainstream.

Alexander McQueen, 1999. Una de las piezas que más llamó mi atención
por su relación no tan obvia con el tema, y una de las que menos se aprecia.
Máscara de la firma belga A.F Vandervost, uno
de los nombres menos 'mainstream' de la exposición
Por supuesto que sigue siendo una gran experiencia, porque uno no ve un Valentino Couture de cerca todos los días, y menos la tiara que usó Pio IX (en el siglo XIX). No obstante, siempre hay observaciones sobre el trabajo de este grupo de gente que maneja los hilos de la industria. Con todo, Heavenly Bodies es una exhibición que vale la pena el viaje (estará disponible hasta octubre) y el tiempo que hay que dedicarle para leer y tratar de seguir una línea coherente. El MET sigue creando y nosotros seguimos muriendo por ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario