GirlBoss: ¿la serie de moda es un cliché de la moda?



Por Jen 


En este punto de la vida, creo que todos estamos obsesionados con Netflix. Tanto, que creemos en cualquier serie que nos pongan en las manos porque sabemos que hay muchas posibilidades de que sea un producto bueno en vez de un fiasco. Pero, lamentablemente, ese no es el caso de GirlBoss, la serie inspirada en el libro del mismo nombre, autobiografía de la fundadora de Nasty Gal.

¿Para qué les voy a mentir? Conocía la vida de Sophia Amoruso muy por encima hasta el momento. No me leí el libro porque nunca me llamó la atención y nunca la consideré una gurú ni nada por el estilo. Y luego de ver la serie y leer sobre ella, todo el asunto deja mucho que desear y que decir.

Comencemos por decir que la serie tiene un tráiler atrayente con una jovencita que se ve bastante hábil en los negocios, además de lo suficientemente despiadada como para lograrlo. Pero con el pasar de los minutos te das cuenta de que no se trata más que de una niñita malcriada que quiere hacer plata fácil y que no le importa lo que tenga que hacer para lograrlo. En el transcurso de la serie (que me vi toda para poder venir a comentarla con ustedes), vemos a Sophia robar, comer de un basurero (esto sí hace parte de la vida real, según el libro de Amoruso), mentir para conseguir las cosas que quiere e incluso pelearse con la mejor amiga porque le dice que el trabajo que hace lo puede hacer cualquiera y que no le va a pagar por ello. 

Sophia Amoruso (izquierda) es productora ejecutiva de la
serie que es interpretada por Britt Robertson (derecha)
Bueno, pero todo es ficción dirán. O casi todo. La serie aclara al inicio de cada episodio que esta es una historia basada ‘vagamente’ en la vida real. Listo. Pero aunque fuera real solo el 10% de la historia vale la pena preguntarse ¿es necesario perpetuar el estereotipo de que los negocios son para la gente que no tiene principios y no les importa para por encima de los demás? ¿O que las personas que se dedican a la moda lo hacen porque no sirven para nada más? ¿Y si Amoruso, como productora ejecutiva, estuvo de acuerdo con mostrar esa imagen de sí misma, entonces hay algo de verdad en todo lo que pasó?

Y hablando en concreto de la serie, no estamos ante ninguna actuación memorable ni una historia contada de forma inteligente. Varios capítulos son totalmente irrelevantes, como el de la ocasión en la que los vendedores ‘vintage’ se reúnen para derrotar a Nasty Gal y la conversación en Internet es recreada como un encuentro real en el que las personas dicen (literal, hablan así) cosas como “lol”. No es divertido ni entretenido. ¿Para salvar? El personaje de Annie, la mejor amiga de Sophia y que muchos sospechan no es real, y el vestuario, que a pesar de no ser nada del otro mundo tiene cierta onda 'cool' que te hace llegar a pensar que Sophia Amoruso de verdad ama la moda.
 
El personaje de Annie (derecha) logra encantar al televidente.
Todas las historias de éxito tienen un villano. Mark Zuckerberg abandonó la universidad y enfrentó demandas por supuestamente haberse robado la idea detrás de Facebook. El otro día vi la película ‘The Founder’ y me di cuenta de que Ray Kroc, el hombre que hizo grande a McDonald’s, tomó la idea de los hermanos originales y les dio la patadita cuando se dio cuenta de que ellos no eran los socios necesarios para progresar. Les compró la idea, hasta ahí todo perfecto, pero los engañó para que aceptaran un trato verbal por regalías que jamás cumplió. Sí, el mundo empresarial es duro.

Pero es más duro aún ver cómo mujeres como Amoruso, que se agarraron de la bandera del feminismo para parecer las heroínas que lo lograron todo, se revelan como las más capitalistas de todas y se rinden ante la idea de ser celebridades y que lo demás no importe. 

Tan solo cuatro meses antes del estreno de #GirlBoss, Nasty Gal solicitó formalmente la protección por bancarrota, en noviembre de 2016. Esto, después de que en 2015 su fundadora decidiera dar un paso al costado como CEO alegando que era más una mente creativa que administrativa. Pero sus empleados han dicho a los medios que se trató de un caso del capitán que salta del barco mientras este se está hundiendo. Y aun peor, no fueron pocas las demandas de trabajadores de la compañía que alegaban tratos injustos, incluyendo varias empleadas que aseguraban a las que les habían terminado sus contratos tras haber quedado embarazadas y solicitar licencia de maternidad. ¿Historia de éxito? ¿Mujeres empoderadas? ¿Feministas? ¡Sí, cómo no! 

Esta escena en particular, después de que Sophia y su novio tienen sexo
en una cama cubierta de billetes, es tan cliché y boba que provoca llorar.
Y como ya me alargué y se me salió el activismo hasta por los poros, quiero terminar diciendo que no tengo ninguna intención de hacer quedar mal un producto de Netflix, que se porta tan bien conmigo. Pero todo hay que decirlo. Porque no está nada chévere que las adolescentes de hoy en día se imaginen que con una idea de negocios, cero preparación de ningún tipo y ni un solo rastro de escrúpulos se puede llegar muy lejos. Me resisto a creer que esta #GirlBoss sea un modelo de algo y más bien creo que es todo un triste cliché.


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