Camp: Notes on Fashion, una exhibición con verdadera sustancia

Por Jen


Hace ya un mes y medio que nos sentamos a tuitear sobre el primer lunes de mayo, la tan conocida y amada Gala del Metropolitan Museum of Art o MET, como se conoce en todo el mundo. Y sí, no puedo creer que hasta ahora, mes y medio después, esté escribiendo de ello. Más aun porque hace mes y medio visité la exhibición por primera vez y se las mostramos en Instagram (si no la han visto, vayan a nuestro perfil y busquen la historia destacada que se llama Camp), pero como todavía tenemos hasta el 8 de septiembre, y sabemos que hay muchos que tienen a Nueva York en sus planes de verano (o no, pero todavía quieren el chisme), les traemos una reseña más en detalle.


Como saben, Camp: Notes on Fashion es la exhibición 2019 correspondiente a la muestra que cada año realiza el Costume Institute del Metropolitan Museum of Art. Entre otras temáticas, las exhibiciones se han centrado en el trabajo de Schiaparelli y Prada, Charles James y Alexander McQueen; pero también en temáticas más amplias como la aplicación de la moda en la tecnología y, en lo que fue su exhibición más visitada y ambiciosa hasta la fecha, la imaginación católica. Para este año, el MET y su equipo de curadores (dirigidos por el famoso Andrew Bolton) decidieron que la temática de la exhibición sería la estética Camp, teniendo como punto de partida el ensayo 'Notes on Camp', que publicó la escritora estadounidense Susan Sontag en 1964. Camp: Notes on Fashion es la perspectiva del museo en una estética que abraza el artificio y la exageración para traducirla al vestuario, y por primera vez logra con éxito traducir el mundo académico a la exhibición.

Izquierda: Balenciaga, 1952. Derecha: Thierry Mugler Haute Couture, 1995


En nuestro post de la exhibición del año pasado, Heavenly Bodies, hablamos un poco de cómo es posible que la perspectiva sobre una exhibición de moda cambie con la preparación y el estudio. Cuando Melissa y yo visitamos nuestra primera exhibición del MET, Manus Ex Machina en 2016, nos dedicamos a admirar la exquisitez de las piezas, su dedicada elaboración y su pertinencia con el tema. Poco nos interesaron los aspectos logísticos, los guiños de la curaduría, porque no podíamos identificarlos con claridad. Para el año pasado, después de un año de Fashion Studies, todo cambió, y eso se reflejó en nuestra reseña, que no fue la más positiva para una exhibición que quiso ser demasiado 'popular' y a mi parecer perdió la sustancia y la seriedad. Con Camp, estoy muy feliz de reportar que la experiencia fue distinta.

La entrada a la exhibición: rosa y bien nutrida


Lo primero que hay que decir es que es la primera vez en mucho tiempo que el Costume Institute escoge una temática ampliamente discutida en la academia como el eje central de la muestra, algo que, hasta donde me llega la memoria (no encuentro registro del tema) yo no había visto. Lo más cercano a una exploración cultural había sido China Through the Looking Glass y esa exhibición fue ampliamente criticada, y ni hablemos de Heavenly Bodies que me va dando escozor: una exhibición que el Vaticano básicamente manipuló para que fuera toda sobre la religión católica y terminó siendo una colcha de retazos regada por todo el museo sin ningún hilo conductor.



Con Camp, el tono se redujo considerablemente (una ironía, teniendo en cuenta el tema), pero fue la mejor decisión. La exhibición está ubicada en la galería Iris and B. Gerald Cantor, en el ala oeste del museo, y es una explosión de ese artificio y exageración que defiende el concepto de Camp. Sin embargo, dado el peso teórico del concepto (que te explicamos a profundidad aquí), era necesaria una ilustración amplia. Y ahí el MET cumplió. El diseño de la exhibición comienza con una aclaración certera: Susan Sontag no se inventó el Camp (hay muchos creyendo que sí) y tampoco es un concepto que haya nacido de forma paralela al ensayo que es la base de la muestra. En textos largos pero que vale absolutamente la pena leer, se explica la transición y transformación del concepto, desde el siglo II antes de Cristo.

Representación de Frederick 'Fanny' Park y Ernest 'Stella'
Boulton, a quienes se les fue confiscado "vestuario drag" en 1870


Camp, según nos explica el recorrido, es un concepto que se definió en el siglo 20, pero que tiene raíces mucho más profundas. El equipo del Costume Institute situó este origen en el concepto del 'Beau Ideal', en el siglo XIX, cuando se empezaron a dibujar las nociones del ideal masculino perfecto y esto dio paso a ideas sobre amor entre hombres y las poses exageradamente estéticas del género. La exhibición comienza entonces a dividirse en cuatro secciones más: Camp como estética en el mundo de los reyes franceses (que usaban la expresión 'Se Camper' como instrucción para posar de manera exagerada), la relación de la idea de Camp y la homosexualidad (pasando por autores gay como Oscar Wilde y 'vistiéndolo con su idea de Camp); los conceptos de High Camp y Low Camp de Christopher Isherwood y, finalmente, las notas de Sontag. En esta última sección de las galerías 'con sustancia' de la exhibición, se escogieron notas del ensayo y se asociaron con ciertas piezas de la exhibición de distintas èpocas y universos del vestuario y la decoración.

Oscar Wilde, fotografiado por Napoleon Sabony, 1882. Recreación de
vestuario con una chaqueta de piel sintética de Gucci.

Las nociones de alto y bajo camp, de la mano de Isherwood, agrupan la estética 'queer'
en el concepto de bajo camp, con el marinero como símbolo de esa estética, en la década del 40
No podía faltar, por supuesto, el homanaje a Sontag.
En las asociaciones de las notas de Sontag no falta la literalidad: "camp es una mujer con un vestido
lleno de plumas". El vestido es de Balenciaga, otoño 1965

Después de un contexto con peso que, insisto, vale la pena leer, el recorrido pasa por un corredor con más citas de Camp en las que podemos ver, entre otros, el Mugler vintage que se puso Cardi B en los Grammy, y llega al salón principal de la exhibición, una sala con 'vitrinas' de muchos colores que ofrecen una visión sicodélica y colorida del espacio, nada más camp. Allí, los diseños fueron agrupados "bajo 18 premisas que comunican aspectos de la sensibilidad camp", cada ensable con una explicación o cita de por qué están en dicho grupo. Allí encontramos diseños de Moschino (tanto de Franco Moschino como de Jeremy Scott, que encontró en esta exhibición su nicho perfecto para exhibirse), Burberry, Paul Poiret, Mary Katranzou y Bob Mackie, entre muchos otros, haciendo eco de la teatralidad y exageración del camp, con diseños tan llamativos como la cabeza de flamingo que adorna las piezas publicitarias de la muestra (de Bertrand Guyond para Schiaparelli), el vestido de cisme de Bjork, diseñado por Marjan Pejoski (que por cierto estaba bastante maltratado, se nota que el equipo de conservadores lo tuvo que haber rescatado en condiciones malucas) y otros menos mainstream como el belga Walter van Beirendonck, el estadounidense Michael Travis o el indio Manish Arora.

Vistas generales de la exhibición
Izquierda: Mary Katranzou, primavera 2011. Derecha: Paul Poiret, 1912

Izq: Walter van Beirendonck, otoño 2001. Der: Commes des
Garcons, primavera 2018
Precisamente esa mezcla balanceada de nombres y marcas populares con otras menos célebres es una de las características que, a mi juicio, hace más rica la composicion de Notes on Fashion. El año pasado habíamos criticado este aspecto porque se sintió como una réplica de la semana de la moda sin ninguna justificación, pero aquí al menos quisieron ponerle un poco de orden, un tono más serio y justificar algunas apariciones de diseñadores que encajan en la idea de camp, que de por si es una noción extensa y flexible, así que no había mucho que estuviera fuera de los límites.

Camp es el doble sentido en que las cosas pueden ser tomadas, dice la leyenda de esta
vitrina, con vestidos de 'ilusiones ópticas' de Chloé, invierno 1983 (izquierda) y Gucci, resort 2018 (derecha)

Romance Was Born (Australia), primavera 2015

Diseño de Bob Mackie, estilista y vestuarista de Cher, la reina del camp de su época

Ahora, cuando digo que algunas apariciones fueron justificadas es cuando viene la primera queja... porque muchos nombres siguen estando ahí sin razón. El año pasado, en una de mis clases, tuve la oportunidad de visitar el archivo y las oficinas de los conservadores del instituto, y nos mostraron algunas piezas que harían parte de la exhibición de este año. No nos dijeron nada, pero casi todo era Gucci, lo que hace pensar que ya tenían una temática definida (Vanessa Friedman asegura que Andrew Bolton está "obsesionado" con Camp) y que simplemente buscaron marcas que encajaran. Nada raro, dirían ustedes, si no fuera porque meses después, cuando se anunció el tema, se anunció que Gucci sería uno de los patrocinadores principales y que Alessandro Michele estaría entre los co-chairs de la gala. Es casi como si Gucci estuviera comprando su participación en la exhibición, como lo hizo el año pasado Dolce & Gabbana. Aquí hay que aclarar que no estoy diciendo de ninguna manera que Gucci no encaja en la estética camp, pues por más que Michele no sea de mis afectos entiendo su relación con la temática, pero sería también interesante preguntarse qué tanto Gucci habríamos visto de no ser por esta alianza, y qué tan arbitrario se nos hubiera antojado el posicionamiento de algunas piezas de la casa italiana de no ser por su participación monetaria en el proyecto. Por supuesto, es inocente pensar que estas donaciones no son las que sostienen y dan vida a las muestras, pero todo permite un manto de duda sobre la realidad de las intenciones que se mueven tras bambalinas.

Deirdre Hawken, 'Coliflor', 2013

Sí, ese zapatico de Gucci también es camp (según el MET)
Y aunque extensa, esa tal vez es mi única queja de Camp: Notes on Fashion. La exhibición está inteligentemente curada, con una mezcla de diseñadores 'desconocidos' que emocionan, y una muestra de lo más extravagante que la moda que amamos tiene para ofrecer. Hay color, alta costura, diseño más independiente y buena disposición de los espacios (aunque con una música bastante fuerte, segundo año que hacen lo mismo), pero sobre todo, hay sustancia. Como entusiastas de la moda, académicos o no, es importante que nos demos cuenta de lo crucial que es para cualquier tema estar fundamentado en la seriedad de las fuentes, de los hechos y la historia. Hay quienes creen que eso es aburrido, y esta exhibición es la prueba de lo contario. El MET nos demuestra que se puede hacer una muestra con peso, color y brillo para atraer a todo tipo de público.

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