Bogotá Fashion Week 2017: nuestro top 5

Por Jen.


Una de las cosas que destacamos de la edición anterior de Bogotá Fashion Week fue la buena factura de las pasarelas que se presentaron, logrando un nivel bastante alto en comparación con la seguidilla de eventos de moda que se realizan en el país.
Y es un gusto decirles que para 2017 la formula se repitió, aunque con un número más reducido. Este año fueron tres días de pasarelas entre conversatorios y performances que además fueron muy interesantes como escenarios para nuevos creadores y marcas interesantes de accesorios y marroquinería, que encontraron su espacio para comunicar un producto en la restrictiva pasarela. Hablamos de marcas como Divina Castidad (que incluyó a varias bloggers en su escenario), Ducky Black, Ana Laverde y Fernanda Arias, entre otros. 

Fueron muchas las marcas y diseñadores que se apuntaron a esta nueva edición. Las cifras de la Cámara de Comercio hablan de 35 diseñadores, con 3 invitados internacionales, así que en definitiva fue un buen número. Pero la intención de este post es hablar de piezas, de propuestas… así que vamos al grano y hablemos del top 5 de las pasarelas que se robaron nuestro corazón este año. 

La apuesta de Lina Cantillo

El rojo significa cosas diferentes para muchas culturas y personas. Nosotros lo asociamos con el amor y la pasión. Los chinos, con la buena suerte y la celebración, los sudafricanos con el luto. Sí, el luto. Pero sin duda, el rojo es un color que despierta emociones y por eso Lina Cantillo le apostó todo lo que tenía en esta ocasión. Su colección Rouge fue la encargada de abrir la pasarela de la feria y dejó la vara bastante alta para sus colega que la seguirían.


La propuesta, como ya lo habrán podido imaginar, exploró diferentes gamas de rojo partiendo de la estética masculina de Lina, que esta vez también vistió a las chicas. A ellos, como de costumbre, los mostró combinando siluetas como pantalones con pinzas y diferentes piezas de trajes con suéteres, bufandas y algunas cosas más arriesgadas. A ellas, les puso la que tal vez es una de las tendencias más populares de la temporada: el traje femenino. Fue muy refrescante darse cuenta de que no hay que tenerle miedo al color, así sea usándolo en un suit rojo de pies a cabeza. 

La raíz de Juan Pablo Socarrás

Si el año pasado el adorable Juan Pablo nos llevó al pasado y nos presentó a su bisabuela, Máxima Manjarrés, y sus viajes llenos de aventuras y significado, este año la fórmula se posó un poco más cerca del árbol genealógico. De los baúles de Luisa Francisca y Antonio nos contó la historia de los abuelos de Juan (Luisa Francisca era la hija de Máxima), sus travesías de amor y cómo al casarse, la nueva esposa fue enviada con un ajuar de 180 baúles para comenzar su vida como una mujer casada.

La historia, contada por la tía abuela de Juan Pablo en una carta que recibimos en nuestros puestos, se trasladó a cada centímetro de la pasarela: desde la preciosa música donde el violín era la estrella (todavía me erizo recordando esa versión de Así fue mi querer) hasta los detalles maravillosos en las prendas, como estampados de los pisos de las casas viejas de la costa o las cartas que se enviaban los entonces enamorados.


Todo fue perfecto, y en medio de este relato vimos piezas llenas de glamour clásico pero que podemos usar todos los días de la vida: jeans de bota ancha, faldas tubo, vestidos vaporosos y faldas inspiradas en su abuela, que como relataba su tía “eran llenas de volumen y parecían bailar con el viento del trópico barranquillero de febrero”. ¿Los hombres? Impecables, como siempre, con prendas perfectamente cortadas. En conjunto, una historia como las que solo él sabe contar y que emocionan en cada paso, con cada prenda.


Faride Ramos

Los juegos infantiles comenzaron a sonar en nuestras cabezas desde el momento en que comenzó la música del desfile de Faride Ramos. A la rueda, rueda, Juguemos en el bosque y otras rondas de la infancia traídas a otro beat acompañaron la pasarela de la momposina que usó una paleta bastante extensa, pensaría que para cubrir los dos climas en los que se mueve (la costa y la fría Bogotá), mostrando rojo, azul celeste y navy, grises y tierras que se acoplaron en vestidos vaporosos y con boleros (los primeros) y piezas outerwear (los segundos). Comentaba Ita María que es una gran novedad, una muy destacable, que Faride se haya atrevido con chaquetas y abrigos para ampliar su mercado y darnos muchas más opciones a las seguidoras de su trabajo. Hubo bastantes boleros para mi gusto, pero puedo vivir con eso.


La cereza del pastel fueron sin duda los tocados, que llevaron a las modelos a "vestir" el tema de las rondas infantiles de una forma moderna y para nada literal. Los trompos, las cometas y los cubos de nuestra infancia se movieron ingeniosamente en los cabellos de las mujeres de Faride para recordarnos que siempre hay algo que nos mantiene en contacto con nuestra niño interior.

Isabel Henao y su femineidad reinventada

Una de las diseñadoras que tiene más claro su público objetivo y su estética en este país es Isabel Henao. Ella crea para una mujer delicada, ultrafemenina y romántica, que no le tiene miedo a los detalles de encaje, tul y otros recursos. El problema es que cuando uno se acostumbra a una estética termina por perder la novedad y a veces, hasta el interés. Pero Isabel Henao entendió eso y llegó a la pasarela con su femineidad a flor de piel, pero reforzada con detalles más andróginos y poderosos. Se refugió en los vestidos (porque ni modo que no, son su esencia como son la esencia de Meli, creo que ellas son almas gemelas), pero los mezcló con pantalones de buen corte y toques exquisitos como un top plisado sin mangas que se robó mi corazón.


Pero además, Isabel exploró el color y no solo las gamas en forma individual, sino las mezclas. Nunca pensé que un amarillo limón se viera tan bello al lado del azul rey, o que el uva y el rojo se vieran tan exquisitos juntos. Además, uno de los detalles que más disfruté fue ver más ropa para el día a día, que también nos permita vernos femeninas y al mismo tiempo, feroces.

Adriana Santacruz convirtió a Nariño en tendencia

No todos los días se tiene la oportunidad de ver pasarelas que rindan tributo a la gran tradición atesanal que tiene nuestro país. Eso fue lo que pudimos ver el tercer día de feria, justo antes del gran cierre, con un show que se robó todos los aplausos.


En la pasarela pudimos ver los trabajos de Adriana Galindo, Lina Fernández y el performance de Divina Castidad, pero sin duda alguna el flow pastuso de Adriana Santacruz fue el cierre perfecto en una pasarela que mezcló tradición, sabor y alegría. Aquí debo decir que ya las amistades de la moda habíamos comenzado influenciadas, porque sabíamos que Lucio Feuillet y su espectacular grupo de músicos iban a estar acompañando el desfile de Adriana con música tradicional pastusa. Lo que no sabíamos era que se convertiría en toda una fiesta, que nos dejó ver prendas de algodón y lana en paños tejidos con técnica ancestrales. Abrigos, capas y faldas, entre otros, nos mostraron que es posible vestirse con la tradición e incorporarlo a nuestro vestuario de cada día.


Como en la pasarela de Juan, aquí hubo también un valor emotivo: resaltar las bondades de Nariño en cada paso de las modelos, cada puntada de las prendas y cada nota musical de Lucio. Y lo lograron, convirtieron el desfile en una historia llena de acordes a la que no se resistió ni siquiera Pilar Castaño, quien también se adueñó de la ovación.

Y ahí los tienen... nuestros favoritos de esta edición de Bogotá Fashion Week. Todavía nos queda un post más sobre este tema, un poquito más crítico y pensativo... ¿nos cuentan si lo quieren leer?



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